PINCELADAS DE SENTIMIENTOS

Mi herida

 » Cuando te hacen daño en el alma también tienes que aprender a sobrevivir. No es una herida que se vea a simple vista, por eso no es nada fácil curarla. A veces crees que ya se cicatrizó y de pronto se abre y te duele más que nunca… Entonces lloras porque te invade la impotencia y la desesperación. Es un dolor tan profundo, tan difícil de sobrellevar… A veces se deja tapar fácilmente con una tirita y parece que deja de sangrar, se disfraza y crees que ya no está… Pero le encanta jugar a los disfraces y va cambiando. 

Las tiritas son una buena cura, los demás no ven tu herida y así para ti es mucho más fácil. A veces sientes que te pincha pero qué más da?! Total, no es nada y tú puedes seguir. Nadie te pregunta cómo está esa herida, nadie te pregunta qué tal va porque nadie la ve entonces tú te olvidas de que, aunque no quieras verla, sigue estando ahí contigo. Hasta que un día, sin saber porqué, la miras por encima del hombro, casi como quien no quiere la cosa y empiezas a mirarla de reojo en silencio. Alguien te descubre por sorpresa y tú entonces te das cuenta de lo horrible que es tu herida así que decides volver a taparla. Sigues adelante como si nada o eso crees… Sigues andando y un día se te cae la tirita. Las tiritas son un remedio que no dura siempre.

Ahora tu herida está al aire pero muy escondida y tú pones todo tu empeño en esconderla… Y es que está tan escondida que sólo algunos se dan cuenta de que está ahí. Poco a poco empiezas a enseñarla y tú también te empiezas a fijar en ella. Está ahí y piensas que siempre lo estará. A veces te molesta pero aún puedes seguir adelante.
Hasta que un día empieza a sangrar sin parar. Pasa un día y otro y otro y ya no cicatriza otra vez. Te asustas. Sientes miedo. Ya no puedes seguir curándola tú sola, creyendo que tú la puedes curar o resignándote a que nunca se curará. No te queda otra más que pedir ayuda. Escuchas un día por casualidad una palabra que siempre te había dado pavor, vergüenza… Escuchas “psicólogo” y, asustada pero llena de esperanza, decides abrir esa puerta. Te mereces intentar ser feliz y conseguirlo, aunque te asuste tanto el camino incierto, lleno de obstáculos que puedes intuir ante ti. Él te echa alcohol en tu herida. Lloras de dolor, gritas, pataleas. Quieres huir, ya no te importa lo mucho que sangre. El miedo te hace dudar pero al ver que tu herida tiene mejor color, decides seguir.
De pronto un día la miras de frente y le pones nombre. Ya lo habías escuchado, el psicólogo te lo había dicho pero era un nombre tan feo que te negabas a llamarla así. Ese día llega cuando menos te lo esperas. La miras y le dices “abuso”. Ese mismo día empiezan a cambiar muchas cosas, aunque tú te irás dando cuenta con el tiempo. Tu herida deja de sangrar pero, por más que quieras, ya no le puedes poner una tirita y seguir andando como si nada. La ves, sabes que está ahí y eso te trae sentimientos nuevos que te asustan muchísimo… Pero una vez más, decides seguir.
Ya eres capaz de mirarla frente a frente y no llorar. La miras y te sientes fuerte. Abuso, no vas a poder más que yo. Sigue ahí. La notas, la sientes porque te ha marcado. Ha marcado tu infancia, ha marcado tu vida, aunque no hayas querido verla durante mucho tiempo.
Llega un día en el que se la enseñas a una chica que no conoces. Conoces bien tu herida y se la explicas contemplándola… Ese día entiendes y sientes que estás aceptando tu herida. Sus cambios de disfraz, de color, sus pequeños cambios de forma… Son parte de ti. Una parte importante de ti pero no son tu mundo entero. Ese mismo día también descubres algo muy importante. Tú también tienes nombre: Superviviente.

Continuará… 🙂 «

Hoy quiero compartir con vosotros «Mi Herida». Estas líneas nacieron después de un ratito de terapia psicológica un poco especial.

Ese día mi psicólogo estaba de baja y estuve con una chica que no conocía de nada. Cuando vi que él no estaba, mi primera reacción fue cerrar el libro que estaba leyendo y levantarme. Quería irme pero un mensaje de mi chico me dio la fuerza que en ese momento no encontraba en mí. «Entra y demuestra que de verdad estás rompiendo tu silencio.» Me paré un momento a pensarlo y me di cuenta de que tenía razón así que entré y le conté mi historia como nunca antes lo había hecho. «Mi tío abusó de mí cuando yo tenía 10 años.» Cuando me escuché a mí misma decir eso con esa entereza, sin soltar ni una lágrima… Descubrí que podía hacerlo y que quería hacerlo. Le resumí todo sin sentirme avergonzada, sin llorar. «Recuerdo perfectamente que me gustaba lo que él me hacía. Eso ha sido de las cosas más duras para mí cuando han ido pasando los años.» Recuerdo sus reacciones, sus gestos de incredulidad «Cómo se puede callar algo así? Tu madre no te apoyó? Ella te culpó?» Y sorprenderme a mí misma dándole respuestas. Nunca antes me había fijado en las reacciones de los demás, al menos no en las de mi psicólogo pero sí que me fijé mucho en las  de esta chica. Se lo conté a mi manera, pegando saltos entre mi presente y mi pasado, contándole esos pequeños pasitos que he ido dando hacia adelante, entre nervios y prisa, como siempre pero sin venirme abajo. Por primera vez en mucho tiempo me sentí fuerte y valiente, que fue lo que ella me repitió en varias ocasiones. «Eres fuerte y valiente.» Así es como me sentí. Salí de la consulta llorando de felicidad. No me podía creer lo que había hecho. Para mí fue un pequeño paso precioso, inesperado. Me encantó darlo.

Después de eso, nació «Mi Herida» y un par de meses después se lo mandé por correo a Alexandra Membrive para que lo publicase en su web elmundodelosasi. Otro pasito más precioso. Era la primera vez que compartía algo mío, que empezaba a hablar con gente que entendía lo que estaba sintiendo porque ellos también se sentían así.

Para mí es muy especial y hoy quiero compartirlo aquí. Ya tengo en mente la segunda parte!! 😉

Un abrazo muy, muy grande!

Y GRACIAS por estar aquí conmigo.

8 comentarios »

Abrazos, vitales en mi vida

Hoy estuve pensando en la importancia tan grande que en mi vida han tenido los abrazos. Adoro los abrazos. Cuando no me encuentro bien, si estoy sola, cierro los ojos y pienso en esos abrazos que me han ayudado a seguir adelante y me ayuda a venirme otra vez arriba. No sé qué tienen de especial pero para mí son importantísimos. Me encanta darlos y recibirlos. Creo que a veces no les damos toda la importancia que se merecen. Qué hay más bonito que un abrazo?! Un abrazo de verdad ayuda muchísimo.

A veces buscamos en los demás lo que nos cuesta tanto encontrar dentro de nosotros. Cuando en nuestro interior hay un torbellino de emociones que nos negamos a ver y sentir, la única manera que encontramos para calmar nuestro ser es refugiarnos en abrazos. Los abrazos sirven para calmar al alma cuando nuestra voz es incapaz de expresar lo que sentimos.

Hace tiempo me dijeron que, según los expertos, los abrazos son terapéuticos. Yo lo único que sé es que a mí los abrazos me han dado una paz inmensa cuando era incapaz de encontrarla dentro de mí, han secado muchas de mis lágrimas cuando no era capaz de dejar que saliesen y me han dado la fuerza necesaria para seguir caminando cuando no podía reconocer en voz alta que me encontraba fatal y no sabía cómo seguir adelante.

Existen muchos tipos de abrazos. Hay abrazos protectores, que te hacen sentir que nada malo va a pasar. Hay abrazos que te llenan de energía. Abrazos silenciosos que te escuchan sin preguntar nada y te susurran al oído “No temas. Llora todo lo que tengas que llorar. No hace falta explicar nada.” Hay abrazos que te llenan de ternura, puros, llenos de inocencia, esos abrazos que nos dan los niños en los que tanto me gusta refugiarme. Me encantan también esos abrazos espontáneos, locos, llenos de alegría. También hay abrazos así «porque sí», reconozco que estos son mis favoritos. Adoro esos abrazos que no tienen ninguna explicación aparente, que se dan porque nos salen del alma y no hay necesidad de reprimir los sentimientos cuando son tan bonitos. Hay tantos tipos distintos de abrazos… Es difícil elegir sólo uno de ellos y pienso que no debemos hacerlo. Todos son necesarios e importantísimos. No debemos negarnos a sentir y dar ninguno de ellos.

Pero hay uno en concreto que nos cuesta a veces un poco más sentir. Un abrazo muy especial, un abrazo que sólo nos podemos dar nosotros mismos. Es ese abrazo que de pronto un día sentimos en nuestro interior. Ese abrazo que te llena de una paz  tan grande que hasta antes no conocías y una fuerza que tampoco sabías que tenías. Es ese abrazo que me ha dado las armas necesarias para enfrentarme a todos esos fantasmas que han ido apareciendo en mi camino en estos últimos meses.

Hace ahora un añito que sentí ese abrazo cuando ni siquiera sabía que existía. Ahora me doy cuenta de que fue el inicio de ese perdón a mí misma que tanto necesitaba. Aunque vaya pasando el tiempo, sé que nunca lo olvidaré. Fue justo después de ver el reportaje «Infancias Violadas» de Diario De. Lo ví anunciado pero no estaba segura de si quería verlo o no, al final por casualidad haciendo zapping lo pillé por el principio y bueno, no creo mucho en las casualidades así que decidí verlo. Si estaba ahí en ese momento, sería por algo y hoy no me arrepiento de haber seguido esa corazonada. Mi chico estaba a mi lado, apoyándome en silencio, como siempre. Lloré muchísimo mientras lo veía. Me emocioné un montón, especialmente cuando vi ese GAM (hace unos meses me enteré de que era aspaSI, qué bonita casualidad!!), escuchando esas palabras que tanto me sonaban «Vergüenza, culpabilidad…» Empecé a darme cuenta de que no era la única que estaba trabajando por superar las ataduras que su pasado le había impuesto. Cuando acabó, deseé con todas mis fuerzas poder abrazar a mi niña y lo hice. Fue como un sueño pero lo sentí tan real !!! Cuando se lo conté a mi psicólogo, me dijo que terapéuticamente era precioso y me animó a que lo escribiese. Le hice caso y lo escribí en mi diario.

Hoy quiero compartirlo con todos vosotros. Espero de todo corazón que sintáis la misma paz que yo siento cada vez que cierro los ojos y pienso en él…

«Noche trás noche en mi cabecita veo, vivo, siento la misma escena. Veo un pasillo muy largo y estrecho. Todo a mi alrededor es blanco: las paredes, el suelo, el techo… Todo. A lo lejos aparece una niña de 10 años que corre hacia mí asustada, hecha un mar de lágrimas. Corre con todas sus fuerzas sin saber porqué… No sabe de lo que huye ni es capaz de explicar nada. Sólo sabe que se ha cansado de jugar. Su juego ya no le gusta. Su juego le asusta. Siento todo lo que ella está sintiendo y la cojo en mis brazos. La abrazo con todo el cariño del mundo, la protejo y la calmo “Tranquila, Chiquitita, no me llores más. Has sido tan valiente ! Estoy contigo. No voy a dejar nunca de abrazarte…” Paz, una paz inmensa es lo que me da este abrazo. Sé que no ha pasado en la realidad pero yo lo siento dentro de mí. Es de las cosas más especiales que he vivido en mi vida.»

¡¡Un abrazo gigante lleno de paz!!

¡ ¡ ¡  G R A C I A S  ! ! ! 🙂

3 comentarios »

Recuerdos que duelen muchísimo

http://pandorasboxasi.blogspot.com.es/2010/06/recordar.html

«Muchos estamos completando recuerdos, recuperándolos y es verdad que se vive un infierno, al grado de sentir que se pierde la cabeza».

Hace unas semanas leí esta entrada que me emocionó muchísimo. Aquí os dejo el enlace porque igual que a mí me ayudó en ese momento a seguir adelante, pienso que también os pueda ayudar a vosotros. A veces sólo necesitamos que alguien nos diga: «Yo también he sentido lo mismo que tú y sé lo mal que se pasa. Sé que no es fácil pero el tiempo poco a poco va calmando todo. Sólo hay que tener paciencia y no dejar de trabajar.»

Siempre he tenido imágenes, recuerdos borrosos de lo que mi tío me hacía, concretamente de sus caricias. He estado acostumbrada a tener de pronto esas «visiones» y sentirme mal, incómoda, sucia, culpable… Me sentía incómoda pero podía seguir con mi vida sin más, hacer como si nada y seguir tan feliz. Ahora las cosas han cambiado un poco. Desde que estoy yendo al psicólogo, me cuesta un poco más reponerme a esos flashes, sobre todo desde el verano pasado hacia aquí. Si me venía alguna imagen, sentía que me podía la rabia y la impotencia y rompía a llorar sin parar… Pero nunca había sentido miedo… Hasta hace unas semanas.

Estaba con mi chico y al sentir su respiración, sentí que era mi tío. Mi tío estaba ahí en ese momento, fueron sólo unos segundos pero fue tan real… Sentí muchísimo miedo. Lo pasé fatal. Nunca había sentido ese miedo y mi reacción fue romper a llorar como una niña asustada. Mi chico enseguida se dió cuenta y me abrazó, como siempre, ahí estuvo para calmarme y secar mis lágrimas. A veces me pregunto qué haría sin él… Su apoyo incondicional es fundamental para mí. Yo no podía parar de llorar, me temblaba todo el cuerpo, sentía que me faltaba el aire y «¡No puedo más, no puedo más!» No entendía nada, y ahora por qué esto? Si yo recuerdo perfectamente que no sentí miedo mientras ocurrían los abusos. Mi tío se las arregló muy bien para que con los años fuese yo la que me sintiese culpable por «haberme dejado hacer».  Fue un recuerdo pero la que se asustó fue la chica de 22 años, no la niña de 10.

Intento verlo desde fuera y me digo: «Vamos, Marta, no ha sido para tanto. No tiene importancia.» Pero si, si que la tiene. Esta noche con esta entrada quiero reconocer en voz alta, y a mí misma, que sí, me asusté muchísimo y me ha costado bastante recuperarme, volver a levantarme. No ha sido nada fácil pero poco a poco, siento que lo voy consiguiendo. De pronto descubres algo de tu herida que no conoces y sientes que se te viene el mundo abajo, que no puedes con esos sentimientos tan fuertes. A veces deseo con todas mis fuerzas poder dudar de mis recuerdos, pensar que son una película que me hace llorar porque es dura pero que no me afecta… Pero es que no tengo ninguna duda. Sé que lo que estoy viendo ahora pasó de verdad y sé que intentar negar esos recuerdos no me lleva a ningún lado. Si me duelen será porque me tendrán que doler. Trago con ellos porque tengo que tragar. Afrontarlos es la única manera de que algún día me dejen tranquila.

Sé porqué me ha dolido especialmente esto último. Hace un par de meses empezaba a sentir que tenía cierto control por fin sobre mis recuerdos, que al menos ya no me dolían tanto. En Marzo recordé que mi tío me daba besos en el cuello. Otro detalle más pero es que hasta entonces no lo sabía. En ese momento pensé «Esos besos no se le dan a una niña de 10 años.» Y reconozco que me dolió pero pude seguir y sentí que ésa era la actitud. Entendí entonces porqué tantas veces me he sentido incómoda ante unos «simples besos».

Estoy completando mi rompecabezas y algunas piezas me cuesta más trabajo encajarlas que otras, algunas me resultan especialmente dolorosas. Muchas veces me he planteado: De verdad es necesario pasar por todo esto? Es necesario saber con tanta claridad tantos detalles que antes no recordaba? Estaba mucho mejor sin saberlo! Pero ahora ya no me planteo eso. Si tengo que llorar mi herida, hacerle esa especie de «duelo» que durante muchos años no me he permitido a mí misma hacer, lo haré. Sé que soy fuerte y valiente y puedo seguir adelante, aunque a veces mis fantasmas me asusten e intenten que mi mundo se venga abajo y si, algunas veces lo consiguen pero yo soy mucho más fuerte que ellos.

Sé que lo único que necesito es tiempo, no tener prisa y permitirme a mí misma echar todo lo que aún tengo aquí dentro.  Por suerte, me siento apoyada, querida y arropada y eso es fundamental también.

Desde aquí quiero animar a tod@s esos supervivientes que están pasando por algún bache así. Quiero decirles que sigan adelante con todas sus fuerzas, que no se rindan. Algún día nuestro torbellino de sentimientos se calmará. No tenemos que tener miedo a afrontar todo lo que nuestra mente nos diga. Podemos afrontarlo porque somos muy valientes y no estamos solos.

A ti, que me estás leyendo, GRACIAS por estar aquí conmigo.

Un abrazo enorme! 🙂

2 comentarios »